30/07/2025
En el corazón de Inca, un nombre resuena con la nostalgia de tiempos mejores: Calzados Muñoz. Más que una simple fábrica, es un vestigio viviente de una era dorada para la artesanía del calzado en Mallorca, un sector que hoy lucha desesperadamente por no sucumbir ante las implacables fuerzas del mercado global. La atmósfera que envuelve este lugar es la de un teatro antiguo, cuyo telón está a punto de caer para siempre, dejando tras de sí solo el eco de lo que fue un vibrante centro de producción.

Al adentrarse en lo que fue el recibidor de la fábrica, la sensación es palpable. A la izquierda, una puerta con un cartel rudimentario, escrito a mano, reza: 'Oficinas'. Tras ella, dos ventanillas de madera selladas a cal y canto, mudos testigos de una actividad administrativa que, hace años, bulliciosa y constante, hoy es apenas un recuerdo. Estas ventanillas, hoy cerradas y silenciosas, simbolizan el descenso exponencial de la producción de Calzados Muñoz, un reflejo de lo que ha ocurrido en el resto de talleres de la zona.
- Calzados Muñoz: Un Legado en la Cuerda Floja
- El Adiós Silencioso de la Artesanía Zapatera en Inca
- Estrategias de Supervivencia: ¿Diseño, Lujo o Resistencia?
- José Riutort: El Último Guardián de un Arte Ancestral
- Preguntas Frecuentes sobre el Calzado Artesanal en Inca
- ¿Dónde se ubican las ventanillas de madera de Calzados Muñoz?
- ¿Por qué ha disminuido drásticamente la producción de calzado artesano en Inca?
- ¿Qué papel juega el mercado asiático en esta situación?
- ¿Hay esperanza para el calzado artesanal en Mallorca?
- ¿Qué es un patronista artesanal y por qué es importante su figura?
Calzados Muñoz: Un Legado en la Cuerda Floja
Lorenzo Muñoz, el actual propietario de esta firma con medio siglo de historia, fundada por su padre antes incluso de casarse, encarna la desesperación de muchos. Su empresa, que una vez fue el sustento de numerosas familias, ha visto cómo su plantilla se ha reducido a un tercio de lo que fue. Lorenzo se las arregla como puede, incluso su hijo, Juan Alfonso, de solo 19 años, ejerce de secretario, echando una mano con los ordenadores y la administración. Una imagen dolorosa para un padre que sabe que no podrá legar a su hijo un negocio en auge, como su propio padre hizo con él.
La posibilidad del cierre definitivo es una sombra constante que sobrevuela Calzados Muñoz. Lorenzo confiesa que no sabe si aguantará otra temporada, que ha ido reduciendo y reduciendo, y el final parece inminente. Sin embargo, hay una resistencia, un miedo a pronunciar la palabra 'cierre' en voz alta, como si al hacerlo el augurio se hiciera realidad. La última esperanza reside en las muestras para la próxima temporada, esos zapatos de caballero que reposan en las estanterías de la fábrica. Si se venden, quizás logren sobrevivir una temporada más. Es un aferrarse a la vida de un negocio que es más que un medio de sustento; es un legado familiar, una identidad.
La jornada laboral en Calzados Muñoz y otras fábricas de Inca es un reflejo de esta lucha. Un viernes a las dos de la tarde, mientras en otros talleres la actividad cesa al mediodía, Lorenzo sigue trabajando, dedicado a mantener el negocio a flote, a asegurar el sueldo de sus empleados. Su vida es una dedicación de más de 12 horas diarias, una lucha constante contra la corriente. Al despedirse, su 'no hay futuro' resuena, un lamento que se desvanece con el rugido de su furgoneta, dejando atrás la fábrica y un sinfín de preguntas sin respuesta.
El Adiós Silencioso de la Artesanía Zapatera en Inca
La historia de Calzados Muñoz no es un caso aislado, sino un síntoma de una crisis más profunda que afecta a la industria del calzado artesanal en Inca. Hace apenas 30 años, la ciudad albergaba unas 80 fábricas de calzado. Hoy, apenas sobreviven cuatro o cinco marcas y un puñado de talleres. El declive comenzó en los años 90, cuando la maquinaria empezó a quedarse obsoleta y la mano de obra local se volvió prohibitivamente cara en comparación con otros destinos de producción.
Las cifras hablan por sí solas: las exportaciones cayeron un 9,8% de enero a noviembre de 2007. La última feria nacional fue 'floja', una expresión eufemística para lo que muchos consideran un desastre. Los zapateros, con una mezcla de resignación y amargura, aseguran que no hay nada que hacer contra el mercado asiático. 'Son más baratos', es la sentencia común. Y cuando se les pregunta por la calidad, la respuesta sorprende: 'En calidad pueden llegar a ser tan buenos como nosotros'. Esta revelación despoja a los artesanos de su último bastión de defensa, dejando una sensación de impotencia.
Una Perspectiva Dividida: Optimismo vs. Realidad Cruda
Mientras algunos, como Lorenzo Muñoz, proponen que se quiten los carteles que proclaman a Inca como la 'ciudad del calzado', argumentando que 'aquí se ha acabado todo', la Asociación de Fabricantes y Auxiliares del Calzado de Mallorca (AFACA) ofrece una visión menos dramática. Margalida Coll, gerente de AFACA, sostiene que, aunque la producción ha bajado, las empresas pueden sobrevivir si apuestan por el diseño y la calidad. Afirma que aún hay más de 30 fábricas en Inca y que, a pesar de la 'desaceleración', la ciudad mantiene su pujanza en comercialización y diseño. Sin embargo, esta visión más optimista choca con la realidad que viven muchos pequeños productores.
La discrepancia se extiende a las ayudas económicas. Mientras AFACA afirma que hay apoyo, muchos zapateros, como Lorenzo Muñoz, lamentan que las subvenciones 'al final, solo van a los grandes, a los que ya son rentables, los demás nada'. Esta brecha en la percepción y la distribución de recursos agrava la situación de los pequeños talleres, que se sienten abandonados a su suerte.
Estrategias de Supervivencia: ¿Diseño, Lujo o Resistencia?
Ante la arrolladora competencia, la especialización parece ser la única vía de escape. En Suelinca, una empresa familiar de plantillas que también resiste, confiesan que 'hay que especializarse en calzado de lujo para sobrevivir'. Apostar por el zapato de alto standing, por la exclusividad y el diseño único, podría ser la forma de mantenerse a flote. Sin embargo, no todos los talleres pueden permitirse esta transición, ni económica ni estructuralmente. El cambio requiere inversión, adaptación y una reorientación completa del modelo de negocio, algo inalcanzable para muchos que ya operan al límite de su capacidad.
La resistencia es una palabra clave en este contexto. Gabriel, el dueño de Suelinca, asegura que ellos van a 'seguir resistiendo', aunque solo trabajan para empresas locales, ya que fuera no pueden competir. Esta resistencia implica superar obstáculos cotidianos, como la falta de electricidad que un día dejó su taller inactivo, obligándolos a llamar a los empleados para que no acudieran. Es una lucha constante, día a día, por mantener viva una tradición y un medio de vida.

| Característica | Zapato Artesanal (Antes/Actual) | Zapato Industrial (Mercado Asiático) |
|---|---|---|
| Producción en Inca (Fábricas) | 80 (hace 30 años) → 4-5 (actual) | Masiva, globalizada |
| Costo Mano de Obra | Elevado (en los 90) | Muy bajo |
| Calidad | Tradicionalmente superior, meticulosa | Puede ser tan buena como la local |
| Maquinaria | Obsoleta (desde los 90) | Moderna, eficiente |
| Estrategia de Supervivencia | Diseño, lujo, especialización, nicho | Volumen, precio bajo |
| Impacto Social | Mantiene el oficio, herencia familiar | Amenaza el empleo local y la tradición |
José Riutort: El Último Guardián de un Arte Ancestral
En Inca, donde todos los que se dedican al calzado se conocen, José Riutort es una figura emblemática. Es el último patronista artesanal, el que aún crea los patrones a mano, una habilidad que se extingue con él. A sus 79 años (nacido en el 44), le quedan solo seis meses para jubilarse, y con su partida, una parte fundamental de la tradición zapatera de Inca desaparecerá para siempre. Su taller es un santuario del oficio, con un artesano zapatero de cerámica en el recibidor y el escudo familiar de los Riutort en la pared.
Sentado en su mesa, con gafas rectangulares y un martillo en mano, José golpea las piezas de cartón que se convertirán en los patrones de un botín de señora. 'La gente no se imagina la cantidad de trabajo que lleva un zapato', dice, sin levantar la vista. Su vida ha estado dedicada a este oficio, que ama profundamente. Sin embargo, la realidad es cruda: 'Esta industria es víctima de un exterminio total'. No vive de los patrones, cobrando apenas uno o dos euros por pieza, y solo trabaja dos meses por temporada. Las máquinas han usurpado su labor, haciendo que el proceso de montaje de un zapato sea casi invisible para el ojo inexperto.
José Riutort no solo diseña patrones, también recorta piel. Antes, solo cortando, ganaba más de 250.000 pesetas al mes, además del patronaje. Eran cuatro en el taller; hoy, él solo basta y sobra. 'No hay porvenir para nuestros hijos', lamenta, mientras sus dos hijos han optado por caminos diferentes, lejos del calzado.
La visita a su 'cementerio de máquinas' es una metáfora contundente del declive. En el local de enfrente, Miguel regenta un taller de reparación repleto de maquinaria obsoleta y oxidada, herramientas que en los 90 fueron una revolución y hoy son solo chatarra. Algunas sirven para piezas, otras se tiran. Como las fábricas, algunas sobreviven con parches, otras cierran, dejando atrás no solo empleos, sino también una parte invaluable de la cultura y la historia de Inca.
Preguntas Frecuentes sobre el Calzado Artesanal en Inca
¿Dónde se ubican las ventanillas de madera de Calzados Muñoz?
Las ventanillas de madera de Calzados Muñoz se encuentran a la izquierda del recibidor de la fábrica, tras una puerta con un cartel de 'Oficinas' escrito a mano. Actualmente, están cerradas a cal y canto, simbolizando la reducción de la actividad administrativa y productiva de la empresa.
¿Por qué ha disminuido drásticamente la producción de calzado artesano en Inca?
La disminución se debe a una combinación de factores: la obsolescencia de la maquinaria a partir de los años 90, el alto costo de la mano de obra local en comparación con otros países, y la fuerte competencia del mercado asiático, que ofrece productos a precios mucho más bajos.
¿Qué papel juega el mercado asiático en esta situación?
El mercado asiático es un factor crucial. Sus bajos costos de producción hacen que sus productos sean significativamente más baratos. Además, los propios artesanos de Inca reconocen que la calidad de los productos asiáticos puede ser tan buena como la suya, eliminando una de las ventajas competitivas tradicionales del calzado artesanal local.
¿Hay esperanza para el calzado artesanal en Mallorca?
La opinión está dividida. Mientras algunos zapateros y propietarios de fábricas como Lorenzo Muñoz son muy pesimistas, la Asociación de Fabricantes y Auxiliares del Calzado de Mallorca (AFACA) mantiene una postura más optimista, sugiriendo que la supervivencia pasa por apostar fuertemente por el diseño, la calidad y la especialización en calzado de lujo. Sin embargo, la implementación de estas estrategias es un desafío para muchos pequeños talleres.
¿Qué es un patronista artesanal y por qué es importante su figura?
Un patronista artesanal es un experto que crea los patrones de los zapatos a mano, cortando piezas de cartón que luego se utilizan para fabricar las diferentes partes del calzado. Es una figura crucial en la producción artesanal, ya que su habilidad y precisión son fundamentales para el diseño y la construcción de un zapato de calidad. La importancia de José Riutort radica en que es el último en Inca que aún realiza este trabajo de forma completamente manual, representando la supervivencia de un conocimiento y una técnica ancestral en peligro de extinción.
La historia de Calzados Muñoz y los zapateros de Inca es un recordatorio de la fragilidad de las tradiciones frente a la globalización. Las ventanillas de madera cerradas de la antigua oficina no son solo un detalle arquitectónico, sino un símbolo potente de un oficio que se desvanece, de un futuro incierto para quienes dedicaron su vida a dar forma al calzado. La pregunta que queda en el aire, mientras el último patronista se prepara para su retiro, es si el eco de aquellos martillos y el olor a piel curtida perdurarán en la memoria de Inca, o si se perderán para siempre en el silencio de las fábricas abandonadas.
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