05/08/2022
En el corazón vibrante de Cusco, donde la historia inca y la herencia colonial danzan en cada esquina, reside un tesoro artístico que encapsula la esencia de una época: la obra de Marcos Zapata. Este pintor peruano, una figura cumbre de la renombrada Escuela Cuzqueña, no solo dejó una huella imborrable en el arte religioso, sino que también tejió magistralmente la rica simbología andina con los cánones europeos. Su pincel, cargado de devoción y una profunda comprensión cultural, dio vida a cientos de lienzos que hoy nos invitan a desentrañar el diálogo entre dos mundos. Entre sus creaciones más emblemáticas, y quizás la más comentada, se encuentra su singular interpretación de La Última Cena, una pieza que desafía las convenciones y ofrece una ventana única al alma de una civilización en transformación.

- Marcos Zapata: El Último Gran Maestro de la Escuela Cuzqueña
- La Catedral del Cusco: Un Santuario de Sincretismo Artístico
- La Última Cena de Marcos Zapata: Un Banquete Andino para la Eternidad
- Un Legado que Trasciende Fronteras: La Influencia de Zapata
- Preguntas Frecuentes sobre Marcos Zapata y su Obra
Marcos Zapata: El Último Gran Maestro de la Escuela Cuzqueña
Marcos Zapata, también conocido como Marcos Sapaca Inca, nació en Cusco alrededor de 1710 y falleció en 1773. Es reconocido como uno de los últimos y más prolíficos exponentes de la célebre Escuela Cuzqueña, un movimiento artístico que floreció en el Virreinato del Perú, caracterizado por la síntesis de técnicas europeas y elementos indígenas. Su carrera, desarrollada entre 1748 y 1773, fue extraordinariamente productiva. Se estima que entre 1748 y 1764, pintó al menos 200 obras. Esta vasta producción incluyó series monumentales como las 24 pinturas sobre La vida de San Francisco de Asís (1748) para la orden capuchina en Santiago de Chile, cincuenta lienzos sobre la Letanía Laurentina (1755) para la majestuosa Catedral del Cusco, y aproximadamente 73 trabajos para La Compañía en el Cuzco (1762), demostrando su versatilidad y la gran demanda por su arte.
El estilo de Zapata es inconfundible y profundamente influyente. Se distingue por la "belleza dulzona y convencional" de sus representaciones marianas, figuras que a menudo aparecen rodeadas por cabezas aladas de querubines, creando una atmósfera de delicadeza y devoción. Abordó también temas alegóricos de la Virgen, inspirándose en grabados europeos, como los de Christoph Thomas Scheffler de 1732. Estas composiciones no eran meramente decorativas; eran didácticas, diseñadas para explicar complejos conceptos teológicos de una manera accesible para el público. Un encargo notable de los jesuitas lo llevó a crear otro conjunto similar, en el que fue asistido por su discípulo Cipriano Gutiérrez. De particular interés en su línea temática de exaltación mariana es la "Virgen entronizada" que Zapata pintó en 1764 para la Parroquia de la Almudena. Esta representación mayestática gozó de una aceptación tan enorme que dio lugar a una profusión de copias y variantes que circularon ampliamente por toda la región, consolidando su maestría y su fama.
Zapata se caracterizó por el uso distintivo del azul y el rojo en sus cuadros, colores que no solo aportaban una rica paleta a sus obras, sino que también podían tener resonancias simbólicas dentro de la cosmovisión andina, aunque adaptadas al contexto cristiano. Su habilidad para fusionar la piedad europea con sutiles toques locales fue lo que lo convirtió en un maestro tan apreciado y un referente para las generaciones venideras de artistas en la región andina.
La Catedral del Cusco: Un Santuario de Sincretismo Artístico
Para comprender la obra de Marcos Zapata, es fundamental situarla en el contexto de la Basílica Catedral del Cusco, no solo su hogar, sino también un símbolo supremo del sincretismo cultural y religioso que define a la región. Ubicada en el corazón de la Plaza de Armas, esta imponente estructura, diseñada en estilo gótico-renacentista con toques barrocos y una planta de cruz latina, es mucho más que un lugar de culto; es uno de los mayores depósitos de arte colonial en Cusco. Alberga innumerables obras de la Escuela Cuzqueña, que combinan magistralmente los estilos de pintura devocional europea del siglo XVII con la rica simbología de los artistas indígenas de los Andes.
La historia de la Catedral de Cusco es tan fascinante como su arquitectura. Su construcción, iniciada en 1559, no se completó hasta 1654, un proceso que abarcó casi un siglo. Conocida también como la Basílica Catedral de la Asunción de la Virgen, es hoy un Sitio del Patrimonio Mundial de la UNESCO que atesora importantes reliquias arqueológicas, artefactos, estatuas y cientos de pinturas coloniales. Sin embargo, sus cimientos no fueron benevolentes; la iglesia fue erigida sobre el antiguo templo inca de Kiswarkancha, el palacio de Viracocha, un emperador del siglo XV. Este acto de suplantación, utilizando incluso piedras sagradas de la cercana ciudadela de Sacsayhuamán y forzando a los pueblos incas a construirla, fue un intento deliberado de destruir la religión inca y reemplazarla por el catolicismo.
A pesar de la imposición, la resiliencia cultural inca se manifestó en la propia construcción de la catedral. Los trabajadores indígenas incorporaron sus propios toques sagrados y elementos autóctonos, como la cabeza tallada de un jaguar en las puertas principales, un sutil pero poderoso acto de resistencia y apropiación cultural. El arquitecto español Juan Miguel de Veramendi elaboró los planos originales, que incluían la impresionante tarea de sostener el techo con solo 14 pilares cruciformes tallados en piedra de andesita, permitiendo una nave de tres naves. Los interiores de la Catedral son igualmente magníficos, con un Altar Mayor en relieve de plata y puestos de coro hechos de pura madera de cedro. La catedral está conectada a dos iglesias más pequeñas: la Iglesia del Triunfo (construida en 1538) y La Sagrada Familia (terminada en 1723).
Además de la obra de Zapata, la Catedral alberga otras joyas, como la campana María Angola, de 2.15 metros de altura y un peso de 5980 kg, que se dice puede oírse a más de 20 millas de distancia. También se encuentra la pintura sobreviviente más antigua de Cusco, que representa la ciudad durante el gran terremoto de 1650, un testimonio de la fe y la historia local. Este grandioso edificio es un libro abierto que narra la compleja y rica historia del encuentro de culturas en los Andes.
La Última Cena de Marcos Zapata: Un Banquete Andino para la Eternidad
Dentro de este majestuoso recinto, en una pared entre la Catedral y la sacristía, se encuentra la pintura más importante y peculiar de Marcos Zapata: "La Última Cena" (1753). Esta obra, que mide aproximadamente 5 x 4 metros, es una de las representaciones más inusuales y culturalmente significativas del famoso pasaje bíblico. A primera vista, la escena evoca la composición clásica europea de La Última Cena, con Jesús y sus discípulos alrededor de una mesa. Sin embargo, un detalle central y audaz la distingue de cualquier otra: el plato principal sobre la mesa no es el cordero pascual tradicional, sino un cuy asado, o conejillo de indias, un alimento ceremonial y festivo de la gastronomía andina.
Algunos estudiosos han sugerido que el animal representado podría ser una vizcacha andina salvaje, un roedor similar al chinchilla. Esta distinción es crucial, ya que en la cosmología de la cultura andina, la vizcacha era considerada el guardián espiritual de lagos y montañas, confiriéndole un significado aún más profundo y sagrado a su presencia en la mesa de Jesús. La inclusión de un plato tan arraigado en la cultura local convierte esta pintura en un poderoso símbolo de sincretismo religioso y cultural. Zapata, con esta elección, no solo adaptó la narrativa cristiana al contexto local, sino que también elevó un elemento indígena a un nivel de sacralidad dentro de una de las escenas más veneradas del cristianismo.

Además del cuy/vizcacha, se dice que la mesa también presenta otros elementos de la dieta andina, lo que refuerza la idea de una "Última Cena" profundamente arraigada en la identidad cultural del Cusco. Esta audaz reinterpretación de un tema universal subraya la habilidad de la Escuela Cuzqueña para fusionar y reinterpretar los modelos europeos, infundiéndoles un alma y un carácter propios. La pintura es un testimonio del proceso de evangelización en los Andes, donde las creencias y costumbres locales no fueron completamente erradicadas, sino que se entrelazaron con el cristianismo, creando una forma de fe única y auténtica. La obra de Zapata se convierte así en un diálogo visual entre la tradición europea y la cosmovisión andina, un banquete donde lo divino se encuentra con lo terrenal en un contexto culturalmente rico.
Un Legado que Trasciende Fronteras: La Influencia de Zapata
La fama de Marcos Zapata trascendió ampliamente los límites del Cuzco. Su obra y su influyente estilo se extendieron por una vasta área geográfica que abarcaba el Alto Perú (actual Bolivia), Chile y el norte de la actual Argentina. Esta expansión de su influencia demuestra la resonancia de su arte y la capacidad de la Escuela Cuzqueña para permear en otras regiones del continente, adaptándose y estableciendo un estilo distintivo que era a la vez devocional y culturalmente arraigado.
El arte de este maestro no terminó con su fallecimiento en 1773. Su legado fue continuado y difundido en las décadas posteriores por varios seguidores y discípulos que adoptaron y adaptaron su estilo. Entre ellos, destacan figuras como Antonio Vilca e Ignacio Chacón, quienes, al seguir las pautas estilísticas de Zapata, aseguraron la pervivencia y evolución de la Escuela Cuzqueña en los años venideros. Esta continuidad no solo mantuvo viva la tradición artística, sino que también consolidó la identidad de un arte que supo hablar tanto a la fe importada como a la espiritualidad ancestral de los Andes.
La influencia de Zapata radica no solo en su prolífica producción o en la belleza de sus composiciones, sino en su habilidad para ser un puente entre culturas. Su capacidad para infundir elementos indígenas en narrativas cristianas, como se evidencia en "La Última Cena", lo convierte en un artista clave para entender el desarrollo del arte colonial en América Latina y la formación de identidades culturales híbridas. Su obra es un recordatorio de cómo el arte puede ser un vehículo poderoso para la expresión cultural, la resistencia y la síntesis, dejando un legado perdurable que sigue fascinando y educando a generaciones.
Preguntas Frecuentes sobre Marcos Zapata y su Obra
¿Quién fue Marcos Zapata?
Marcos Zapata (c. 1710-1773) fue un pintor peruano, nacido en Cusco, considerado uno de los últimos y más importantes exponentes de la Escuela Cuzqueña de arte colonial. Fue extremadamente prolífico, creando cientos de obras religiosas, caracterizadas por su estilo dulce y convencional, y por la integración de elementos culturales andinos.
¿Qué es la Escuela Cuzqueña?
La Escuela Cuzqueña fue un movimiento artístico que floreció en Cusco durante la época colonial, desde el siglo XVII hasta principios del XIX. Se distingue por la fusión de estilos europeos (renacentista, barroco) con temas, técnicas y elementos iconográficos indígenas, creando un arte religioso con una identidad única y mestiza. Los artistas cuzqueños a menudo incorporaban paisajes andinos, flora, fauna y figuras con rasgos indígenas en sus obras.
¿Por qué es famosa "La Última Cena" de Zapata?
La "Última Cena" de Marcos Zapata es famosa por su audaz y única reinterpretación de la escena bíblica. En lugar del tradicional cordero pascual, la pintura presenta un cuy (conejillo de indias) asado como plato central en la mesa de Jesús y sus discípulos. Este detalle, profundamente arraigado en la cultura y gastronomía andina, simboliza la fusión del cristianismo con la cosmovisión indígena, convirtiéndola en un poderoso ejemplo de sincretismo cultural.
¿Qué simboliza el cuy o la vizcacha en la pintura?
El cuy (conejillo de indias) es un alimento ceremonial y festivo de gran importancia en la cultura andina. Si bien se discute si es un cuy o una vizcacha (un roedor andino similar), la presencia de este animal en un contexto tan sagrado es una poderosa afirmación de la identidad cultural. La vizcacha, en particular, era considerada en la cosmología andina como un guardián espiritual de lagos y montañas. Su inclusión eleva un elemento local al ámbito de lo sagrado, haciendo que la escena sea más cercana y significativa para la población indígena.
¿Cuál fue la influencia de Marcos Zapata?
La influencia de Marcos Zapata fue considerable y se extendió más allá del Cusco, abarcando regiones como el Alto Perú (Bolivia), Chile y el norte de Argentina. Su estilo, caracterizado por la belleza de sus representaciones marianas y la integración sutil de elementos indígenas, fue ampliamente emulado. Tuvo discípulos notables como Antonio Vilca e Ignacio Chacón, quienes continuaron su legado, asegurando la perpetuación de su estilo y la de la Escuela Cuzqueña en las décadas posteriores a su muerte.
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