¿Quién fue la primera mujer en formar parte de la asociación más antigua de danza de las tijeras?

El Danzante de Tijeras: Alma y Misterio Andino

05/10/2025

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En el vibrante tapiz cultural de los Andes peruanos, emerge una figura enigmática y poderosa: el Danzante de Tijeras. Más que un simple bailarín, es el custodio de una tradición milenaria, un portador de la memoria ancestral y un artista que desafía los límites de la resistencia humana. Su danza, un ritual cargado de simbolismo y destreza, ha trascendido siglos de persecución y sincretismo, convirtiéndose en un Patrimonio Cultural de la Humanidad que sigue cautivando a quienes tienen el privilegio de presenciarla.

¿Quién es el danzante de tijeras?
El escritor peruano José María Arguedas (1911-1969) inmortalizó al danzante de tijeras en varias novelas; incluso en el cuento La agonía de Rasu Ñiti de 1962 aparece como el protagonista principal. 2 8 Danzaq o danzante de tijeras. El «danzaq» es el danzante de tijeras.

Desde los picos más altos de los Andes hasta los valles profundos, el sonido metálico de las tijeras resuena, anunciando la presencia de estos seres extraordinarios que, con cada paso, cuentan una historia de resiliencia, fe y conexión profunda con la tierra y sus espíritus. Este artículo desentrañará el misterio que envuelve al Danzante de Tijeras, explorando sus orígenes, su evolución a través del tiempo, los secretos de su arte y el impacto cultural que ha dejado en el Perú y el mundo.

Índice de Contenido

¿Qué es la Danza de Tijeras y quién es el Danzaq?

La Danza de Tijeras, conocida localmente como 'Danzaq', es una expresión artística y ritual originaria de las regiones altoandinas del Perú, específicamente Ayacucho, Huancavelica y Apurímac. Es una manifestación de profunda complejidad, donde la música, el baile, la acrobacia y el misticismo se entrelazan para crear una experiencia única y sobrecogedora. El protagonista central de esta danza es el «danzaq», el bailarín que empuña las emblemáticas tijeras.

El «danzaq» no es solo un artista de la danza; es un personaje imbuido de un aura mítica. En las tradiciones orales de la zona chanca, se le ha llegado a considerar un ser místico, incluso diabólico, debido a cánticos como “taytachay juanikillo”, que se traduce como “diablo, padre mío”. Esta percepción, que hoy en día es parte del folclore y la narrativa popular, tiene raíces profundas en la historia de la danza y su relación con las creencias prehispánicas y coloniales.

Orígenes y la Transformación en la Colonia

La historia del danzante de tijeras es un testimonio de adaptación y resistencia cultural. Sus raíces se hunden en el pasado prehispánico, donde sus antecesores eran los “tusuq laykas”. Estos no eran simples bailarines, sino figuras de gran importancia en las comunidades andinas: sacerdotes, adivinos, brujos y curanderos. Eran los intermediarios entre el mundo humano y el espiritual, guardianes de los conocimientos ancestrales y practicantes de rituales mágicos-religiosos.

Con la llegada de los colonizadores españoles y la imposición del catolicismo, los “tusuq laykas” fueron brutalmente perseguidos. La Iglesia Católica los tildó de “supaypa wawan”, que en quechua significa “hijo del diablo”, demonizando sus prácticas y buscando erradicar su influencia. Ante esta persecución, los danzantes se refugiaron en las zonas más altas y recónditas de los Andes, manteniendo viva su tradición en la clandestinidad.

Sin embargo, con el paso del tiempo, la necesidad de control y la dificultad de suprimir completamente estas manifestaciones culturales llevaron a un proceso de sincretismo. Los colonizadores finalmente aceptaron que los danzantes regresaran a los valles y pueblos, pero con una condición: debían danzar a los santos y al Dios católico. Así, supuestamente, se inició la tradición de ejecutar la danza de las tijeras en las fiestas patronales, fusionando lo andino con lo cristiano. Esta adaptación no fue una rendición, sino una estrategia para preservar su arte y sus creencias bajo un nuevo manto de legitimidad.

El Sincretismo Cultural y Religioso

La Danza de Tijeras es un claro ejemplo de sincretismo cultural. Durante la colonia, la danza no solo se adaptó en su propósito religioso, sino también en sus movimientos y vestimenta. Se vio influenciada por bailes españoles como la jota, la contradanza y los minués, integrando pasos y giros que le dieron una nueva dimensión coreográfica. De igual manera, los sobrios atuendos ancestrales fueron enriquecidos con elementos del “traje de luces” español, dando origen a la vestimenta resplandeciente que conocemos hoy.

Existen evidencias documentales que confirman que ya en el año 1600, la danza de las tijeras era practicada de forma extensa, lo que demuestra la rapidez con la que se integró y adaptó a las nuevas realidades. Aunque hoy en día la mayoría de los pueblos peruanos están fuertemente cristianizados, la danza de tijeras sigue conservando rezagos de su origen mágico-religioso. Las ofrendas a la Pachamama y a los Apukunas (montañas sagradas), aunque a menudo discretas, persisten como un hilo conductor con su pasado ancestral, demostrando que la fe de los danzantes es un tejido complejo de creencias.

El Danzaq: Más Allá del Bailarín

El «danzaq» es una figura de profunda veneración y respeto en las comunidades andinas. Su vocación no es una elección casual; se considera una llamada, similar a la de un sacerdote. La enseñanza del danzaq se transmite de generación en generación, generalmente iniciándose en la infancia. Desde pequeños, los aprendices son instruidos no solo en los intrincados pasos y acrobacias, sino también en la filosofía, la espiritualidad y la disciplina que requiere este arte.

Ser un danzaq implica una dedicación total, una vida de entrenamiento riguroso y una conexión espiritual con las fuerzas de la naturaleza y el universo. Se dice que los danzantes adquieren una resistencia física y mental extraordinaria, capaz de soportar el dolor y realizar proezas que desafían la lógica, todo ello como parte de su compromiso con la danza y su linaje.

Las Misteriosas Tijeras

Un elemento distintivo y fundamental del danzaq son las dos tijeras de metal pulimentado que lleva en sus manos: una llamada “hembra” y otra “macho”. Estas tijeras no son simples instrumentos; son símbolos cargados de historia y misticismo. Se cree que su origen se remonta a los tiempos en que los danzantes eran explotados en la actividad minera por los colonizadores españoles, lo que les dio un significado de resistencia y conexión con la tierra.

En la región ayacuchana, existen leyendas que envuelven a estas tijeras con un aura mágica. Se cuenta que fueron forjadas por los “auquis” (espíritus de las montañas) y que su sonido característico proviene de la laguna Yauruviri, un lugar sagrado. El constante repiqueteo de las tijeras durante la danza no es solo un acompañamiento rítmico; es una invocación, una forma de comunicación con lo divino y una expresión de la energía que el danzante canaliza.

Tipos de Danza y la Competencia Ancestral

La Danza de Tijeras se manifiesta en distintas formas, cada una con su propio propósito y contexto. La más conocida es la danza mayor o de competencia, un espectáculo de habilidad y resistencia. Existe también la danza menor o «Qolla alva», que se baila por las noches, y los zapateos, que se ejecutan tradicionalmente en las festividades navideñas.

¿Quién es el danzante de tijeras?
El escritor peruano José María Arguedas (1911-1969) inmortalizó al danzante de tijeras en varias novelas; incluso en el cuento La agonía de Rasu Ñiti de 1962 aparece como el protagonista principal. 2 8 Danzaq o danzante de tijeras. El «danzaq» es el danzante de tijeras.

La danza de competencia, conocida como «atipanakuy», «hapinakuy» o «tupanakuy», es el clímax de la destreza del danzaq. En esta modalidad, dos bailarines se enfrentan en un duelo de habilidad, retándose mutuamente a superar los pasos y proezas del otro. No es una lucha violenta, sino un enfrentamiento artístico donde la agilidad, la fuerza, el equilibrio y la resistencia son puestos a prueba. La competencia puede durar horas, e incluso días, y es acompañada por el ritmo incesante del violín y el arpa, instrumentos esenciales en cada cuadrilla de danzaq.

Esta danza se celebra principalmente entre abril y diciembre, coincidiendo con las importantes fiestas agrícolas y religiosas de la sierra. Cada melodía interpretada por los músicos tiene un significado y corresponde a una serie de pasos específicos. Por ejemplo, el “Pasacalle” se utiliza para marchar por las calles durante los desfiles, mientras que el “Wallpa wajay” se toca cuando el gallo canta a las tres de la mañana, marcando el inicio de las actividades del día.

El Atipanakuy: Un Duelo de Habilidad y Resistencia

El Atipanakuy es el corazón de la Danza de Tijeras competitiva. Es una confrontación que no busca la derrota del oponente, sino la demostración de la máxima capacidad y la conexión con las fuerzas espirituales. Los danzantes demuestran su talento y resistencia, realizando actos que van desde complejos pasos de baile hasta proezas físicas extremas. La energía y la concentración son palpables en cada movimiento, mientras el público observa con asombro y admiración.

Para ilustrar las diferencias en la evolución y rol del danzaq a través del tiempo, podemos considerar la siguiente comparativa:

AspectoÉpoca Prehispánica (Tusuq Laykas)Época Colonial (Supaypa Wawan)Época Actual (Danzaq)
Rol Social/ReligiosoSacerdotes, adivinos, brujos, curanderos, intermediarios espirituales.Perseguidos, marginados, estigmatizados como "hijos del diablo" por la Iglesia.Artistas, guardianes de la tradición, parte esencial de fiestas patronales y eventos culturales.
Contexto de EjecuciónRituales mágicos-religiosos, honra a la Pachamama y deidades andinas, celebraciones agrícolas.Refugiados en zonas altas, luego aceptados bajo condición de danzar a santos católicos.Fiestas agrícolas y religiosas, competencias ("atipanakuy"), demostraciones culturales.
InfluenciasTradiciones andinas ancestrales, cosmología incaica y pre-incaica.Jota, contradanza, minués españoles; trajes de luces. Proceso de sincretismo forzado.Sincretismo andino-cristiano, evolución de pasos y vestuario, reconocimiento global.
TransmisiónOral, de generación en generación, posiblemente en linajes específicos.Oral, en secreto, en refugios, para preservar la identidad cultural.Oral, de maestros a alumnos, vocación similar a la sacerdotal, escuelas y asociaciones.
PercepciónRespetados, figuras de autoridad espiritual y conocimiento ancestral.Temidos, estigmatizados, asociados al diablo, marginados socialmente.Admirados por su destreza, portadores de un patrimonio cultural vivo y reconocido.

La Secuencia Ritual de la Danza

La Danza de Tijeras no es una ejecución improvisada; sigue una secuencia ritual bien definida que puede extenderse a lo largo de varios días, intensificando la música y el riesgo de los pasos progresivamente. Esta secuencia es un viaje, una narración a través del movimiento y el sonido.

El primer día, conocido como “Anticipo”, marca la llegada de los músicos y danzantes al pueblo. A medianoche, en secreto, realizan el “pago” en la plaza, una ofrenda a los “Huamanis” (espíritus de las montañas o deidades tutelares) para pedir permiso y protección. El segundo día, la “Víspera”, es un día de desfile por las calles y contrapunto de baile desde la madrugada hasta la noche, al ritmo de pasacalles que llenan el ambiente.

El tercer día, el “Día Central”, es el momento de las pruebas más extremas. Los danzantes realizan números de magia, se traspasan con agujas y espinas, y suben a las torres de las iglesias (la "torre baja") para realizar demostraciones de equilibrio y acrobacia que desafían la gravedad y la lógica humana. Estos actos son una manifestación de su fuerza espiritual y física, un testimonio de su pacto con las fuerzas que los asisten. El cuarto día, el “Cabildo”, vuelven a bailar incansablemente hasta la noche, y el quinto día, el “Despacho”, regresan a sus lugares de origen, dejando tras de sí la huella de su arte y su espíritu.

Las Pruebas de Valor y Sangre: Un Compromiso Extremo

Dentro de la secuencia de la danza, existen fases específicas que demuestran la complejidad y el riesgo que asumen los danzaq. La “Marcha” es el inicio, donde el danzante camina de puntas, saludando al público y al Patrón de la fiesta. Le sigue el “Ensayo”, donde comienza el contrapunteo entre los danzantes, y las “Pukllas”, que se caracterizan por la sonada rítmica de las tijeras.

Luego, vienen fases como el “Tuku Menor” o “Contra Danza”, donde se ejecutan pasos sobre la punta de los pies, sin una secuencia fija. El “Tuku Mayor” eleva el nivel de dificultad, incorporando acrobacias como saltos y ejercicios de fuerza. El “Wañuy Unccuy” es un momento simbólico donde el danzante se quita el sombrero, seguido de los “Golpes”, donde demuestra su técnica y agilidad en movimientos rápidos y precisos.

La fase de “Agua è nieve” es un reto directo al contrincante, mientras que la “Secuencia de choladas” muestra los mejores pasos de cada danzante hasta que uno de los dos cede. Finalmente, llegan las fases más impactantes: la “Prueba de valor” y la “Prueba de sangre”. En la primera, los danzantes realizan actos violentos con sus propios cuerpos, demostrando su resistencia al dolor. En la segunda, llevan estos actos a un nivel aún más extremo, con demostraciones que involucran sangrado, un testimonio de su compromiso total y su conexión con lo trascendente.

El Vestuario: Un Lienzo de Simbolismo y Tradición

El atuendo del danzante de tijeras es tan intrincado y simbólico como la danza misma. Lejos de ser un simple disfraz, es una representación visual del sincretismo religioso y cultural que define a esta tradición. Los danzantes visten ropas ricamente bordadas con franjas de colores vibrantes, adornadas con lentejuelas y pequeños espejos que, al reflejar la luz, crean un efecto deslumbrante y místico. Estos brillos no solo son estéticos; se cree que reflejan y capturan las energías de los espíritus y la naturaleza.

Un elemento central del vestuario es el gran sombrero colorido, conocido como Montera o Luqu, que a menudo está decorado con motivos que remiten a la cosmovisión andina. La tradición popular sostiene que estas ropas y sus adornos son producto de un pacto con el demonio, una creencia que refuerza la percepción mítica del danzaq como un ser con poderes sobrenaturales, capaz de realizar proezas que desafían lo humano.

Cada detalle del vestuario, desde los bordados hasta los espejos, tiene un significado profundo, conectando al danzante con su herencia ancestral y con las fuerzas que lo acompañan en su actuación. Es un lienzo viviente que narra la historia de su pueblo y su relación con el cosmos.

La Transmisión de un Legado y el Reconocimiento Mundial

La Danza de Tijeras es una tradición que se mantiene viva gracias a la transmisión oral de conocimientos, de maestros a alumnos, de generación en generación. Este método asegura que no solo los pasos y las melodías sean aprendidos, sino también la filosofía, la espiritualidad y la disciplina que son inherentes a la danza. Es un legado familiar, una herencia que se lleva en la sangre y se cultiva con dedicación.

¿Por qué los danzantes de tijeras fueron aceptados en la colonia?
Al pasar del tiempo los danzantes de tijeras fueron aceptados y fueron introducidos en los bailes patronales y religiosos de la colonia. Por ello se puede apreciar la incorporación de pasos españoles en sus coreografías e introdujeron el traje de luces en sus vestuarios.

La importancia cultural de la Danza de Tijeras ha sido reconocida a nivel nacional e internacional. En 1995, fue integrada dentro del Patrimonio Cultural de la Nación de Perú, un paso crucial para su protección y promoción. Y en 2010, la UNESCO la declaró Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, elevando su estatus a una joya universal, digna de ser preservada para las futuras generaciones. Este reconocimiento global subraya la riqueza y el valor de esta manifestación artística, que trasciende fronteras y lenguajes.

Iris Quispe: Rompiendo Barreras en la Danza

La Danza de Tijeras, históricamente dominada por hombres debido a su exigencia física y a las pruebas extremas, ha comenzado a abrirse a nuevas voces. Un ejemplo notable es Iris Quispe, quien se ha convertido en la primera mujer en formar parte de la asociación más antigua de Danza de las Tijeras. Su historia es un testimonio de la fortaleza, el ingenio, la destreza, la resistencia y el ritmo que exige esta disciplina, y de cómo las barreras de género se están rompiendo en el folclore peruano.

Iris Quispe, en una entrevista, compartió cómo su vocación es una herencia familiar: “Es una tradición, una herencia familiar de mis abuelos, una costumbre de mi familia, que está ligada a la danza de tijeras. Toda mi familia está involucrada en estas tradiciones del pueblo de mi abuelo, de Andamarca, en la región Ayacucho. Mis padres me llevaban a los lugares donde se presentaban. Desde pequeña he estado en este entorno”. Su presencia enriquece la tradición y demuestra que la fortaleza y el espíritu del danzaq no tienen género.

Preguntas Frecuentes sobre el Danzante de Tijeras

A continuación, respondemos algunas de las preguntas más comunes sobre esta fascinante manifestación cultural:

  • ¿Cuál es el origen del danzante de tijeras?

    El danzante de tijeras desciende de los “tusuq laykas”, sacerdotes, adivinos, brujos y curanderos prehispánicos. Durante la colonia, fueron perseguidos y se refugiaron en las alturas andinas, para luego ser aceptados en las fiestas patronales con la condición de danzar a los santos y al Dios católico, dando origen al sincretismo actual.

  • ¿Por qué se considera al danzaq un ser mítico o diabólico?

    Durante la colonia, la Iglesia Católica los consideró “supaypa wawan” (hijo del diablo) debido a sus prácticas rituales prehispánicas. Aunque hoy es parte del folclore, esta percepción persiste en algunas tradiciones orales, como el cántico “taytachay juanikillo” (diablo, padre mío).

  • ¿Qué significado tienen las tijeras en la danza?

    Las tijeras, llamadas “hembra” y “macho”, son el instrumento central. Se asocian con la actividad minera de la colonia y, según leyendas ayacuchanas, fueron hechas por los “auquis” (espíritus de las montañas) y su sonido proviene de la laguna Yauruviri. Son un símbolo de conexión con la tierra y los espíritus.

  • ¿Cómo se transmite el conocimiento de la danza de tijeras?

    La enseñanza del danzaq es una tradición oral que se transmite de generación en generación, a menudo desde la infancia. Se considera una vocación, similar a la de un sacerdote, que implica un riguroso aprendizaje físico y espiritual de maestros a alumnos.

  • ¿Cuáles son los diferentes tipos de baile de tijeras?

    Existen la danza mayor o de competencia (“atipanakuy”), la danza menor o “Qolla alva” (que se baila por las noches), y los zapateos, ejecutados en las festividades navideñas. La danza de competencia es un duelo de habilidad entre dos bailarines.

  • ¿Qué son las "pruebas de valor y sangre"?

    Son las fases finales de la secuencia de la danza, donde los danzantes realizan actos extremos y violentos con sus cuerpos, como traspasarse con agujas o espinas y, en la prueba de sangre, provocarse sangrado. Son demostraciones de su resistencia al dolor y su conexión con lo trascendente.

  • ¿Quién fue la primera mujer en una asociación de danza de tijeras?

    Iris Quispe es reconocida como la primera mujer en formar parte de la asociación más antigua de Danza de las Tijeras, rompiendo barreras en una tradición históricamente masculina y demostrando la fortaleza y destreza necesarias para este arte.

  • ¿Por qué la danza de tijeras es Patrimonio Cultural de la Humanidad?

    Fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación en Perú en 1995 y Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO en 2010. Este reconocimiento se debe a su riqueza histórica, su complejidad artística, su profundo simbolismo cultural y su papel como testimonio vivo de la resiliencia y el sincretismo andino.

El Danzante de Tijeras es mucho más que un bailarín; es un vínculo viviente con el pasado, un intérprete del presente y un guardián del futuro de una cultura ancestral. Su danza es un acto de fe, de resistencia y de una belleza incomparable que nos recuerda la riqueza y la diversidad del patrimonio humano. Cada repique de tijeras es un eco de siglos de historia, un llamado a la admiración por una tradición que, a pesar de las adversidades, sigue danzando con el alma vibrante de los Andes.

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